Noelia y Mamá
Naturaleza
Hace ya muchos, muchos años, en una
región de un país muy lejano, vivía Noelia, una niña de ocho años muy alegre y
despierta.
Vivía a las afueras de una ciudad y
al lado de su bonita casa, se podía ver un profundo bosque lleno de toda clase
de árboles. La ventana de la habitación de Noelia daba al bosque y la niña
tenía gran curiosidad por adentrarse en él y ver todo lo que se encontraba
allí.
Un sábado por la mañana, Noelia
cogió a su perro Dogui y se adentró en el bosque. A medida que iba avanzando, la
niña estaba más sorprendida al ver tales maravillas. La niña podía divisar toda
clase de árboles y animales.
Noelia llevaba andando un buen rato
y estaba muy cansada, así que decidió descansar. Se sentó en una enorme roca y
acarició a Dogui, que estaba con la lengua fuera. De repente, una suave brisa
acarició la cara de Noelia y pudo escuchar una voz dulce que le decía:
-
Hola Noelia,
me alegra que te hayas decidido a venir a verme.
Noelia estaba algo asustada, cosa
rara en ella.
-
¿Quién eres?
–preguntó Noelia-.
-
Soy yo, Mamá
Naturaleza.
-
¿Pero la
naturaleza puede hablar? –preguntó Noelia sorprendida-.
-
¡Pues claro!
Además, tú ya me estás oyendo, ¿no? –dijo la Naturaleza-.
-
Mamá
Naturaleza –dijo Noelia- se me está haciendo tarde y tengo que volver a casa.
Mamá me ha dicho que no me retrase mucho…
-
Muy bien.
¿Vas a venir mañana?
-
Sí, claro.
Es domingo y no tengo que ir al colegio.
-
Me parece
muy bien porque tengo algo que enseñarte.
-
¿Te
encontraré aquí? –dijo Noelia-.
-
Sí, en esta
misma roca.
Noelia cogió a Dogui y se fue a
casa. Cuando llegó, su mamá la estaba esperando en la puerta y le preguntó:
-
¿Dónde has
estado?
-
En el
bosque, dando un paseo –respondió Noelia con prisa-.
-
¿Has visto
algo bonito o interesante?
-
Nada en
especial, mamá –dijo Noelia entrando a casa-.
Noelia había mentido a mamá. Sí que
había encontrado algo interesante: ¡había conocido a Mamá Naturaleza! Pero no
se lo quería decir a nadie, ni siquiera a su madre. Ella había visto en la tele
los problemas que tenía el hombre con la naturaleza y eso la tenía preocupada.
Estuvo toda la noche levantada, sin pegar ojo, mirando aquel maravilloso
bosque, deseando que pasara la noche para volver a ver a Mamá Naturaleza.
A las diez en punto de la mañana,
Noelia se dirigió al bosque. Cuando llegó a la enorme roca, empezó a llamar a
Mamá Naturaleza y ésta acudió enseguida.
-
Ya estoy
aquí –dijo Noelia-.
-
Ya veo, ya. Eres
muy madrugadora –dijo Mamá Naturaleza riéndose-.
-
¿No tenías
algo que enseñarme? –preguntó Noelia impaciente-.
-
Sí, claro.
Sígueme.
Noelia fue siguiendo esa suave brisa
e iba viendo cosas increíbles: veía ardillas que le sonreían; árboles que le
saludaban; piedras que se quejaban al pisarlas; flores que cantaban; a los
abetos bailando con las hayas; pájaros tocando la guitarra y al río roncando
tranquilamente. Noelia estaba boquiabierta, no tenía palabras para decir nada.
Se dio cuenta de que habían bordeado todo el bosque y no estaba cansada. Mamá
Naturaleza le había llevado muy suavemente. Noelia, emocionada, dijo:
-
Hoy ha sido
el mejor día de toda mi vida. Nunca lo olvidaré.
-
¿De verdad
te ha gustado? –preguntó Mamá Naturaleza-.
-
¡Claro que
me ha gustado! ¿Y sabes una cosa?
-
¿El qué? –dijo
Mamá Naturaleza sorprendida-.
-
Que por más
que lo pienso, no logro entender cómo hay gente que quiere hacerte daño… -dijo
Noelia casi llorando-.
-
La verdad es
que yo tampoco –dijo Mamá Naturaleza suspirando-.
-
Bueno, ¡es
la hora de comer! –dijo Noelia intentando animarse-.
-
Sí, es
verdad, ya es tarde. Quiero que sepas que aquí puedes volver cuando quieras
porque siempre serás bien recibida.
-
Muchísimas
gracias, Mamá Naturaleza.
Noelia pudo sentir el abrazo de
aquel ser tan extraordinario y se fue a casa. Pensaba en lo maravillosa y valiosa
que era la Naturaleza y en lo que acababa de ver…. Mientras, la Naturaleza
pensaba en lo maravillosa que era Noelia… ¡Si todo el mundo fuera así, no
tendríamos problemas!
Junio de 1.996
(11 años)
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