Acerca de mi...


Alguien dijo una vez que si te levantas por las mañanas con ganas de escribir; si sueñas con escribir; si necesitas escribir para sentirte realmente realizado y feliz… entonces, muy probablemente, se puede afirmar que eres escritor.

A mí, desde que era una niña, me ocurren todas estas cosas así que al final he acabado pensando que va a ser verdad eso de que tengo algo de “escritora”… al menos, suena genial!

Y como por circunstancias de la vida, he tenido la desgracia (o la suerte, según como se mire) de no dedicarme a esto profesionalmente, he decidido crear este blog como un pequeño almacén y/o escaparate de algunos de mis escritos y de otras creaciones ajenas que creo que merecen la pena.

Espero que os guste y que lo disfrutéis!

martes, 1 de septiembre de 2015


“La verdad sobre el caso Harry Quebert”
Joël Dicker

Hay dos cosas que dan sentido a la vida: LOS LIBROS Y EL AMOR  […] El amor da sentido a la vida. ¡Cuando se ama se es más fuerte! ¡Se es más grande! ¡Se llega más lejos! […]
Se puso a escribir porque tenía que escribir un libro, no para dar un sentido a su vida. Hacer por hacer nunca ha tenido sentido: así que no tenía nada de extraño que fuese incapaz de escribir una sola línea. El don de la escritura es un don no porque escriba correctamente, sino porque puede dar sentido a su vida. Todos los días hay gente que nace, y otros mueren. Todos los días millones de trabajadores anónimos entran y salen de enormes edificios grises. Y luego están los escritores. Los escritores viven la vida más intensamente que los demás […]
Escriba porque es el único medio para usted de hacer de esa minúscula cosa insignificante que llamamos vida, una experiencia válida y gratificante. Escribir significa que es usted capaz de sentir mejor que los demás y transmitirlo después. Escribir es permitir a sus lectores ver lo que a veces no pueden ver. […] Tenemos derecho a hablar de todo lo que nos conmueve. Y no existe nadie que pueda juzgarnos por eso. Somos escritores porque hacemos diferente una cosa que todo el mundo a nuestro alrededor sabe hacer: escribir. Ahí reside todo nuestro ingenio [...]
Treinta y un años es una edad importante. La decena nos forma como niños. La veintena como adultos. La treintena nos convierte en hombres, o no. Y treinta y un años significa que ha pasado ese umbral […]
Un buen libro, Marcus, no se mide solo por sus últimas palabras, sino por el efecto colectivo de todas las palabras precedentes. Apenas medio segundo después de haber terminado el libro, tras haber leído la última palabra, el lector debe sentirse invadido por un fuerte sentimiento; durante un instante solo debe pensar en todo lo que acaba de leer, mirar la portada y sonreír con un gramo de tristeza porque va a echar de menos a todo los personajes. Un buen libro, Marcus, es un libro que uno se arrepiente de terminar.

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