LOS PUENTES DE
MADISON
“Y vuelves a atrapar mi tristeza para esconderla en tu bolsillo, para
alejarla de mí... De nuevo has sembrado el jardín de mis pesadillas con
nuevos sueños, con otras esperanzas...
Y yo sigo llena de amor por todo aquello que te pertenece, llena de celos
por todo lo que te roza y me quita un trocito de ti... Y tú sigues aquí,
entregándome la vida en cada suspiro, suplicando por mis besos sin saber
que ni siquiera tienes que pedirlos, porque son tuyos. Porque yo ya no soy mía,
sino tuya”.
[…]
“Hace unas semanas me sentía equilibrado, razonablemente satisfecho. Tal
vez no profundamente feliz, tal vez un poco solo, pero al menos contento.
Ahora
todo ha cambiado. Ahora sé que estuve yendo hacia ti, y tú hacia mí desde hace largo tiempo.
Aunque ninguno de los dos percibía al otro antes de que nos conociéramos, había
una especie de inconsciente certeza que cantaba alegremente bajo nuestra
ignorancia, asegurando que nos reuniríamos. Como dos pájaros solitarios que
vuelan por las grandes praderas por designio de Dios, en todos estos años y
estas vidas hemos estado yendo el uno hacia el otro.
El camino es un lugar extraño. Por él andaba yo arrastrando los pies, y ahí
estabas tú, caminando hacia mí... Viéndolo retrospectivamente, parece
inevitable: no pudo haber sido de ninguna otra manera. Es un caso de lo que yo llamo la
alta probabilidad de lo improbable”
No hay comentarios:
Publicar un comentario