25 DE marzo DE 2014
25M. Cinco años. Sesenta meses. Doscientas sesenta semanas. Mil
ochocientos veinticinco días. Cuarenta y tres mil ochocientas horas.
Se dice pronto pero telita. Ahí es nada.
Y a seguir sumando. Y que nos quede mucho.
Para mí, están los conocidos; los amigos
de facebook; los compañeros de trabajo; los amig@s de verdad; mi familia y
luego están ustedes, que son una bonita mezcla de todo lo anterior.
Y es que es una relación tan especial y
tan mágica, que he tenido que buscar un término
apropiado para nombrarles, una palabra que les hiciera justicia.
Finalmente, tras darle unas cuantas
vueltas al caldero, me inspiró el
pseudónimo de alguien que escribe un gran blog, que los tres seguimos. Y creo
que he dado en el clavo: son MIS GUARDIANES.
Porque vaya si me guardan y me cuidan…
Y porque son, sin duda, de mucha mejor
calidad que los ordinarios y, desde el primer día, apreciaron que, en realidad,
soy un barco pequeño y frágil, al que eligieron proteger, consentir y mimar a
diario.
Porque son de esos extraños seres que sé
que se alegran de veras ante cualquier cosa buena que me pasa. Que están ahí en lo agradable, como casi todos, pero sobre todo en lo malo, como casi nadie.
Porque es muy bonito saber que los cimientos de esta amistad ya han superado cualquier dificultad. Que
no significa que estemos libres de crisis..., pero no creo que exista tormenta o tsunami que pueda
derribar algo que, a día de hoy, es muy sólido porque está construido sobre una
base de (casi) total confianza, absoluta sinceridad y cariño infinito.
Porque sé que, sin dudarlo, pondrían mi nombre en los
primeros puestos de su lista de gente que salvar si se quemara la
oficina.
Y porque sus miradas me hacen grande.
Nada es importante cuando hacemos los recuerdos por las calles de Madrid. ¡Y qué recuerdos!
En estos cinco años hemos llenado una buena mochila de momentos memorables, de ésos que agrandan el alma, de situaciones que, por mucho tiempo que pase y estemos donde estemos, siempre permanecerán en la memoria y su recuerdo nos hará sonreír.
Hablo de fiestas en Aviación Española; de hamburguesas en
el H&D, de comidas de 2 en el VIPS, en las que la tercera persona, aún estando ausente, está muy presente; de pisar el kilómetro cero y tener la buena
suerte de un encuentro totalmente fortuito una noche por Sol; de miradas
cómplices, de palabras clave que tienen el poder de transportanos a un momento concreto (cosmonauta), de cosas nuestras
(qué buena la dorada al horno…) y de tantas y tantas sonrisas y
lágrimas compartidas…
Hay veces que una imagen vale más que mil patatas.
¡Anda que no ha llovido desde ese día en el que el piolín con cara de sabiondillo y la pelirroja rebelde con su prohibida chaqueta de punto rosa entraron en mi vida!
Y cómo han conseguido conocer mis miradas, predecir mis gestos y adivinar mis intenciones hasta tal punto, que muchas veces lo hacen incluso antes de que yo misma sea consciente de ello.
Dan color y alegría a los días grises porque siempre me sacan una sonrisa, aderezada con alguna lágrima, con sus visitas o mails y, en mis lunes o momentos seta, me levantan el ánimo con un abrazo, una tontá o un buen consejo.
Saben que con poco me conformo. A veces una simple chocolatina (Tirma o Kinder Bueno) me puede hacer la persona más feliz del mundo.
Y qué grande es tener cerca a personas que son capaces de decirte lo que nadie más se atreve: que tienes un trocito de tomate en el diente; un pequeño moquillo (de esos que asoma de forma indiscreta y que es lo único a lo que puede prestar atención cualquiera que hable contigo) o que no debes comer helados del McDonald's cuando estás a dieta, porque son veneno puro...
Son de ese tipo de gente excepcional, que un día se cruza en tu camino por casualidad, como tanta otra, pero decide acompañarte y quedarse en tu vida y en tu corazón para siempre, como tan poca.
Porque hay detalles de su personalidad que hacen que sea un regalo y un orgullo tenerles cerca: alegría, humildad, sencillez, sentido del humor, inteligencia, honestidad, justicia y bondad, sobre todo, bondad.
Nos hemos hecho mayores juntos y siento que conocerles me ha enriquecido, me ha hecho evolucionar y cambiar a mejor.
Y, todo ello, sin distanciarnos. Y eso no es fácil.
Porque hay detalles de su personalidad que hacen que sea un regalo y un orgullo tenerles cerca: alegría, humildad, sencillez, sentido del humor, inteligencia, honestidad, justicia y bondad, sobre todo, bondad.
Nos hemos hecho mayores juntos y siento que conocerles me ha enriquecido, me ha hecho evolucionar y cambiar a mejor.
Y, todo ello, sin distanciarnos. Y eso no es fácil.
Hemos vivido mucho juntos y me he malacostumbrado a tenerles a mi lado, en la primera fila de mi vida, sin perder detalle. Me cuesta mucho recordar mis días antes de conocerles y sé que podría vivir sin ustedes, pero es que no quiero.
Y espero que nos queden muchos más partidos en Canal por ver e incluso por jugar; batidos oreo por compartir; pelis que comentar; noches y bailes en la cartuja; cervezas en el Alemán o en tabernas inmundas de Andrés Mellado o dónde sea, porque lo de menos es el bar; cafés en el Starbucks (pero mejor sin rumanas, eh?); faltas de ortografía y demás frikismos lingüísticos que debatir; predicciones o sueños futuros por imaginar y miles de poesías, canciones y momentos de nuestra vida por escribir de forma conjunta…
Pues eso, que se les quiere de forma brutal y que no me falten nunca.
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