Acerca de mi...


Alguien dijo una vez que si te levantas por las mañanas con ganas de escribir; si sueñas con escribir; si necesitas escribir para sentirte realmente realizado y feliz… entonces, muy probablemente, se puede afirmar que eres escritor.

A mí, desde que era una niña, me ocurren todas estas cosas así que al final he acabado pensando que va a ser verdad eso de que tengo algo de “escritora”… al menos, suena genial!

Y como por circunstancias de la vida, he tenido la desgracia (o la suerte, según como se mire) de no dedicarme a esto profesionalmente, he decidido crear este blog como un pequeño almacén y/o escaparate de algunos de mis escritos y de otras creaciones ajenas que creo que merecen la pena.

Espero que os guste y que lo disfrutéis!

viernes, 27 de febrero de 2015

El lado bueno importante de las cosas
¿Cuál es? ¿Cómo se sabe? ¿Dónde se aprende a reconocerlo?
¿Alguien puede enseñarme cómo se hace para distinguir de forma precisa lo trascendental de lo insignificante? ¿Qué tengo que hacer para saber darle importancia solamente a aquello que verdaderamente la tiene?
Me lo han dicho muchas veces y gente distinta: que hay veces que me tomo las cosas muy “a pecho”, que le doy demasiada importancia a cosas que son tonterías, que tengo que “pasar” más, que no es para tanto…
Y yo me pregunto, ¿desde cuándo lo importante es objetivo? Si según como se mire todo depende, si la vida está llena de grises y si para gustos, los colores… ¿por qué lo importante tiene que ser igual para todo el mundo?
Me considero una persona muy observadora y desde siempre me doy cuenta de cosas que otra gente pasa por alto. Para mí, los pequeños detalles no tienen nada de pequeños. No he decidido ser así, pero así soy.
Y lo analizo todo. Estoy continuamente pensando, ideando, imaginando…  Mi mente descansa poco y no es que esté orgullosa de ello, pero no tengo alternativa.
Otra de las cosas que me ocurre y que no puedo cambiar es que no sé aplicar el verbo “disimular”. A veces me gustaría ser menos transparente pero esto tampoco lo puedo controlar:
Lo que me hace feliz, me hace muy feliz y lo que me cabrea, me cabrea muchísimo.
Y se me nota. Y mucho.
¿Y qué pasa? ¿Está mal ser así? ¿Por qué? ¿Sería mejor persona si todo me afectase menos? No sé contestar a eso, pero lo que sí sé, es que si las cosas me afectasen menos de lo que me afectan, no sería yo.
No me gustan las medias tintas ni las alfombras. No puedo evitar crisparme ante actitudes de gente que se pasa de lista o ante cosas que considero injustas. Sí, lo reconozco: a veces puedo ser muy radical, excesivamente susceptible o con una sensibilidad sobredimensionada.
Es un tema al que le he dado muchas vueltas porque, al final, las personas que somos así sufrimos más que la mayoría. Pero no me gusta que me digan que no debo ser así, porque mi opinión es que a veces las cosas van como van porque la gente no le da la suficiente importancia a cosas que sí la tienen.
Para mí, el lado importante de las cosas tiene mucho que ver con la palabra, la verdad, el respeto, la educación, la confianza, el tacto, la amabilidad, la empatía, la honestidad, la lealtad, la justicia,… Cuando en alguna acción hay falta de alguna de estas cosas, para mí, es importante y aquéllas actitudes que lleven asociada carencia de alguna de estas cosas, me afectan.
Y mucho. Y se me nota.
Puedo aceptar que la importancia que  a veces  le doy a las cosas puede resultar excesiva, pero tengo muy claro que no voy a cambiar mi punto de vista respecto a lo que considero el lado más importante de todas las cosas. 

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